Valorando los legados de las diferentes culturas volvemos los ojos al pensamiento griego donde Aristóteles distingue las artes útiles que modifican las cosas para conseguir un provecho y para satisfacer una necesidad material; de las artes bellas que pretenden procurar placer estético y llenar exigencias espirituales.
Lo bello suponía una magnitud adecuada tanto ética como estética.
Según Platón se debía unir lo bello y lo bueno y lo moralmente bello y bueno es perfecto y da sentido a la vida en todos los campos de la conducta y el saber, la belleza interior y la búsqueda del conocimiento.
Las representaciones artísticas despiertan en el hombre sentimientos éticos de valor positivo o negativo. Una obra de arte se hace viva y es disfrutada porque está cargada de fuerza mágica, significación sagrada, identidad representativa y valor simbólico.
jueves, 12 de julio de 2007
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